jueves, 21 de octubre de 2010

Migración y Desarrollo: apuntes sobre una relación evidente, pero no automática

I.                    Introducción.
Uno de los temas que mayor envergadura y relevancia ha cobrado a nivel nacional e internacional lo constituye, sin lugar a duda, la migración internacional y el impacto que ésta puede tener en el desarrollo, tanto de los países de destino como de origen de migrantes. Hoy en día, existe un consenso internacional en reconocer que la migración es un fenómeno transversal y multifactorial, del cual ningún país es o será ajeno en el presente siglo (Comisión Mundial sobre Migraciones Internacionales, 2005). Además, la experiencia histórica ha demostrado que la migración internacional es un elemento que  incide  directamente en las relaciones políticas, económicas, sociales y culturales entre los Estados, así como en el diseño de las políticas públicas  que se generan a nivel nacional, regional y local.
Todo parece indicar que  la dinámica económica, política y social actual consolidará al presente siglo como un escenario en el cual la globalización, el desarrollo y la migración serán elementos cada vez más interdependientes.
En dicho contexto, la percepción del fenómeno migratorio y sus consecuencias está siendo motivo de un nuevo elemento de preocupación para los Estados y los organismos internacionales: al parecer, la lógica tradicional de control de la soberanía y las políticas migratorias encaminadas a la seguridad de los Estados ha sido el mecanismo menos adecuado para enfrentar los riesgos económicos, políticos, sociales y culturales inherentes a los flujos migratorios. Al contrario, el endurecimiento de las políticas migratorias ha conllevado a dos situaciones por demás complejas: la conformación de nuevas formas de migración clandestina que claramente ponen en riesgo la vida e integridad de los migrantes, así como el recrudecimiento de sentimientos racistas y xenófobos por parte de las autoridades y sociedades receptoras.
El debate actual se centra en convertir el anterior paradigma en una dinámica que permita transformar a la migración en oportunidades favorables  para los procesos nacionales de desarrollo, tanto de los países de origen como de destino de migrantes. La lógica del debate pretende idear los mecanismos pertienentes que permitan potenciar los beneficios de la migración y contrarrestar,  o aminorar en la medida de lo posible, sus efectos negativos.
Si bien esto se puede considerar como un avance importante a nivel de la discusión conceptual del fenómeno, la migración no ha logrado ser, en la práctica, concebida como parte  integral de las tendencias dominantes de planificación de desarrollo en la mayoría de los países  A pesar de las alegaciones de que la migración internacional aporta una contribución substancial al desarrollo de los países, la claridad conceptual acerca de la dinámica del proceso y los papeles de los diversos actores en la migración es todavía, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), limitada[1].
El quid de la discusión se ubica, entonces, en la concepción misma que los países tienen sobre la migración, el desarrollo y la globalización. Estos conceptos son asumidos desde distintas realidades y con base en matices, perspectivas y tendencias políticas muchas veces antagónicas. De manera erronea, muchos gobiernos:
·         conciben a la migración como exclusivamente un desplazamiento de personas de un lugar a otro, sin tomar en consideración todos aquellos factores sociales, culturales, económicos y políticos que confluyen en el origen de los movimentos migratorios; 
·         reducen a la globalización a una simple integración de actividades y procesos económicos-comerciales-financieros, sin considerar el cúmulo de transformaciones que le han sucedido en términos políticos, sociales y culturales, como la trasnacionalización de los valores, las actitudes y los principios;
·         asumen al desarrollo con base, exclusivamente, en el crecimiento económico o desarrollo industrial, sin considerar que el desarrollo es un proceso, según Jimenez Castro, integral y sostenido de progreso a través de factores económicos, sociales, políticos y culturales que inciden en la calidad de vida del individuo y, como establece Amartya Sen, en sus capacidades y de la comunidad en general.  
La OIM ha establecido que “la migración y el desarrollo son procesos inseparables e interdependientes en un mundo en globalización. La migración no puede ser un sustituto para el desarrollo y el desarrollo no es necesariamente dependiente de la migración, pero cada uno de estos dos procesos puede influir de manera profunda en el otro”[2] Esta percepción asume a la migración como un componente más del engranaje de una estrategia integral para el desarrollo. Los enfoques de desarrollo que no contemplen esta vinculación dificilmente podrán generar un desarrollo sostenible (Castles & Delgado Wise, 2007).  En esta lógica, existe una relación todavía más explícita y evidente entre el desarrollo y  las políticas migratorias (Hass, 2005), tanto de los países de acogida como de los de origen. En el caso de los primeros, las políticas migratorias afectan directamente en el comportamiento económico y la movilidad de los flujos migratorios.  En el caso de los segundos, las políticas migratorias afectan todavía un espectro más amplio de factores políticos, sociales, económicos y culturales con respecto a la relación y vinculación entre los migrantes y sus comunidades de origen.
En términos generales, la migración puede favorecer el desarrollo de los países de orígen y de destino, aunque siempre con efectos colatelares (Portes, 2007). En los primeros, el efecto más evidente se manifiesta a través de la transferencia de dinero, tecnología, conocimientos  y capacidades de los migrantes hacia sus familias y comunidades de origen (OIM, 2006, pág. 42). Sin embargo, puede generar, al mismo tiempo, inercias negativas y regresivas (Delgado Wise, 2006), entre ellas el despoblamiento de regiones o localidades enteras; la desarticulación de cadenas productivas en areas prioritarias y básicas para el desarrollo como las actividades agropecuarias; la fuga de cerebros; la desintegración familiar y social; así como, la dependencia de las economías locales de la exportación de mano de obra.
Por su parte, en los países de destino, la migración contribuye a la formación de capital humano, soluciona problemas de escasez de mano de obra y contribuye al crecimiento global y local de la economía. Sin embargo, existe el riesgo latente de que produzca presiones sociales que conduzcan a conductas xenófobas y discriminatorias por parte de la sociedad receptora.
“Lo anterior plantea un doble desafío para las políticas públicas: de un lado, reconocer la importancia estratégica en tanto problema y potencialidad y; del otro, repensar el proceso de desarrollo con el concurso de los migrantes” (Delgado Wise, 2006, pág. 46)
En suma, el debate en torno a la vinculación migración-desarrollo se ha centrado básicamente en dos dimensiones generales: la económica y la socio-política y cultural. En este contexto, se han reconocido diversos factores de la migración que inciden, tanto positiva como negativamente, en el proceso de desarrollo. Para los efectos de esta trabajo, se hará hincapié en tres aspectos fundamentales: el impacto de las remesas, la concepción del migrante como agente del desarrollo y el diseño de las políticas públicas sobre la materia, todos ellos desde la óptica de los países de origen. 
II.                  El impacto de las remesas.
El efecto más evidente que se percibe entre la relación migración-desarrollo tiene que ver con el rol que juegan las remesas en los países de origen. Las remesas son todas aquellas transferencias de dinero realizadas por un migrante desde su país de acogida hacia su país de origen. Las remesas se pueden enviar por canales formales (bancos, remesadoras o servicios postales) o informales (a través de amigos, parientes o el mismo migrante). A su vez, las remesas se pueden clasificar con base en su objetivo: las familiares, enviadas por el migrante de manera individual y con el fin de contribuir al sustento de sus familiares en las comunidades de origen; y, las colectivas, que son todas aquellas transacciones que, como su nombre lo indica, envian los migrantes de manera colectiva (organizaciones, clubes o federaciones de migrantes), encaminadas a la realización de proyectos comunitarios, de infraestructura básica y productivos, con o sin la participación gubernamental. 
El debate en torno a los beneficios y aspectos negativos de las remesas en las economías de orígen es amplio y las percepciones dependen, como se mencionó párrafos arriba, de lo que se asuma como desarrollo.
Las remesas, en términos generales, son el principal efecto positivo de la migración para los países de origen. Su importancia con respecto al PIB nacional varía de acuerdo al tamaño de las economías, pero se presume que su efecto multiplicador con respecto al PIB es 2.9 (Muñoz Jumilla, 2004); su contribución a las balanzas de pagos es significativa a través de la disminución del déficit en las cuentas corrientes; en muchos países, las remesas se sitúan entre la primera, segunda o tercera fuente de ingresos de divisas del país; además, las remesas son un factor significativo de la establidad macroeconómica.
Las remesas son un recurso de calidad,  son un flujo de ingresos hasta cierto punto estable y no volátil para las economías de los países de orígen, y su mayor impacto se observa en las economías regionales y locales (Tuirán, 2002), en donde su contribución es, en muchos casos, mayor a las transferencias distribuidas por los gobiernos centrales. Las remesas familiares impactan directamente en el ingreso familiar; estimulan la demanda y la producción (Carling, 2007), y existe evidencia de que contribuyen a mejorar los niveles de educación y salud de las personas que viven en las comunidades de origen (OIM, 2006), así como a reducir directamente la pobreza en los países de origen fuera del contexto de las transferencias gubernamentales (Tuirán, 2002) (OIM, 2006).
Por su parte, las remesas colectivas, si bien su proporción es mucho menor con respecto a las familiares, impactan directamente en el desarrollo comunitario a través de la consecución  de proyectos independientes o con participación gubernamental, que tienen por objetivo mejorar las condiciones generales de las comunidades de origen. En este sentido, las remesas van más allá que la mera transferencia de dinero; es decir, se erigen, además, como un medio que canaliza y alienta la cooperación y ayuda entre los individuos,  y que fortalece los lazos de identidad y cohesión social de los migrantes de forma transterritorial. Por tal motivo, el impacto de las remesas no puede ni debe medirse estrictamente en términos económicos, existe un trasfondo social, político y cultural que incide, directa e indirectamente, en el proceso de desarrollo integral de un país determinado.  
Por otro lado, se ha discutido sobre los efectos adversos que las remesas pueden generar en los países de origen. Existe una tendencia en considerar que las remesas familiares no tienen un uso productivo, debido a que su mayor proporción es utilizada en el abastecimiento de las necesidades básicas de la familia y que, además, generan una fuerte y creciente depenendencia de los familiares con respecto al monto y frecuencia de los envíos. De hecho, se ha mencionado que existen hogares en donde las remesas son el único ingreso familiar, lo que no es malo en sí mismo; sin embargo, esto puede conducir a que los familiares se conformen y no busquen fuentes alternas de ingreso. 
Si bien se reconoce que las remesas inciden en la reducción de la pobreza, no así en la reducción de la desigualdad, toda vez que pueden generar disparidades económicas y sociales entre las comunidades de origen, dependiendo si éstas son de alta, media o baja intensidad migratoria.
Por último, existe un cierto esceptisismo sobre si las remesas colectivas contribuyen determinantemente en el desarrollo comunitario y local, ya que se considera que las remesas no trastocan las condiciones estructurales del desarrollo porque no aumentan ni contribuyen al engarzamiento de las actividades productivas (González Gutiérrez, 2006).  Más aún,  el Banco Mundial considera que las remesas contribuyen al desarrollo solo si logran crear formas de sostenimiento que, en la medida del tiempo, no dependan de sus envios (Banco Mundial, 2005).
Un tercer enfoque en el análisis de las potencialidades y efectos adversos de las remesas tiene que ver con el diseño de las políticas públicas.  Una visión clara del fenómeno produce una estrategia clara para enfrentarlo. Por tal motivo, los gobiernos tienen la obligación de valorar a las remesas por medio de “… sus usos en diversos contextos, pues de ellos pueden depender sus efectos multiplicadores sobre las economías y sus consecencias sobre las mismas dinámicas migratorias” (Tuirán, 2002, pág. 86). En efecto, la contribución de las remesas al desarrollo depende en buena medida de cómo los gobiernos las conciben y de cómo éstos diseñan las políticas públicas encargadas de articular y dar cause a este proceso. En consecuencia, para que la correlación remesas-desarrollo tenga lugar, se requiere, previamente, de una clara estrategia política nacional (González Gutiérrez, 2006) y local, de un portafolio con perspectiva multifactorial y transversal, que genere las condiciones políticas, económicas y sociales necesarias que permitan, a su vez, encausar y potencializar el uso de las remesas.
Si, por el contrario, existe una visión y estrategia equivocadas del fenómeno, se corre el riesgo de subestimar y desaprovechar las potencialidades de las remesas, lo que seguramente derivaría en patrones exclusivamente de consumo suntuario, inversiones ineficientes e improductivas, así como en la depenencia de las economías locales y regionales en su flujo y monto.

III.                El migrante como agente del desarrollo.
La inserción del migrante en el proceso de desarrollo no se restringe exclusivamente al envío de remesas. Su participación en esta dinámica también tiene repercusiones en los ámbitos políticos, sociales y culturales, tanto de los países de origen como de destino. Por tal motivo, la evolución del debate actual sobre migración y desarrollo se centra en apuntalar todos aquellos aspectos en los cuales el migrante puede ser considerado como socio potencial y estratégico para el desarrollo, al igual que factor detonante de procesos sociales, políticos y culturales que, encausados a través de las políticas públicas adecuadas, pueden incidir positivamente en el desarrollo integral de una nación o región.
La evolución del fenómeno migratorio ha conducido a un complejo, pero a la vez dinámico, proceso social que se manifiesta en la conformacion de un tejido de redes sociales transnacionales, “…cuyo grado de desarrollo y madurez deriva en la emergencia de nuevos sujetos sociales que –a través de su organización, prácticas y proyectos- se perfilan como agentes de desarrollo…” (Delgado Wise, 2006, pág. 45).
Si bien no existen estudios sobre el conjunto de organizaciones de  migrantes en los países de destino (tarea por demás titánica), se puede percibir, a través de estudios particulares, que dichas organizaciones, a pesar de que no se comportan de forma homogenea (elemento evidente debido a la propia diversidad cultural, económica, política  y social de sus lugares de origen), sí presentan ciertas características comunes que se pueden englobar, toda proporción guardada, en las siguientes: (Asis, 2006) (Maguid, 2006) (Sharma, 2006) (Castles S. , 2007).
-          Los migrantes han logrado conformar un complejo pero eficiente entramado social en los países de destino, el cual ha derivado en la conformación de organizaciones, formales o informales, con objetivos hasta cierto punto compartidos, aunque a veces  no del todo claros. Entre las mismas organizaciones de migrantes  existen diferencias conceptuales muy marcadas sobre los objetivos, medios y fines de su propia existencia (Castles S. , 2007).  Sin embargo, es importe señalar que estas organizaciones, a lo largo del tiempo, han logrado abrir espacios importantes ante las estructuras e instituciones políticas, económicas, sociales y culturales de los países de acogida y de origen. Estas organizaciones han contribuido a fortalecer la capacidad organizativa de la sociedad civil y se caracterizan por su activismo social tanto dentro de los países de acogida como de destino. 
-          Lo anterior ha derivado en un proceso de empoderamiento trasnacional que se manifiesta, en algunos casos, en la participación institucionalizada en el diseño, elaboración, ejecución, monitoreo y evaluación de la agenda migratoria de sus respectivos países.
-          Se puede establecer que muchas de estas organizaciones han logrado también un empoderamiento económico importante, lo que les permite realizar proyectos comunitarios, productivos y de inversión, ya sea de forma independiente o con la participación de las autoridades de los países de origen. En este sentido, el migrante colectivo experimenta un cambio cualitativo importante: se ha transformado en potencial inversionista y, como tal, su participación resulta fundamental en el proceso de desarrollo de los países de origen.
-          En este contexto, el migrante ha demostrado ser catalizador de procesos sociales y culturales que tienen lugar en sus comunidades de origen. En términos genereales, en los proyectos donde participan los migrantes mediante el envío de sus remesas colectivas, se ha comprobado que existe una participación más activa de la población de origen, así como una mayor capacidad emprendedora. Es decir, los migrantes contribuyen a la formación de capital social, lo que conduce a procesos de empoderamiento de la sociedad de origen frente a las autoridades (CEPAL, 2000).
IV.                Las políticas públicas: las piezas clave del engranaje entre la migración y el desarrollo.
¿Cómo encausar las potencialidades de la migración? ¿Qué entidad es la responsable de dar cause a este proceso? ¿Cómo dar valor agregado a las aportaciones de los migrantes? ¿Cómo insertar al migrante en el proceso de desarrollo?
La migración tendrá incidencia en el desarrollo de una nación en la medida en que las autoridades de dicho país tengan, como se ha repetido en diversas ocasiones en este trabajo, una visión clara del fenómeno y elaboren una estrategia de desarrollo con base, entre otros factores, en la participación de los migrantes.  Un gobierno que tenga claridad conceptual sobre la migración, el desarrollo y la globalización, tendrá, en consecuencia, la capacidad de ejecución para articular políticas públicas pertienentes que aprovechen y den cause a todos aquellos elementos suceptibles de incidir favorablemente en el proceso desarrollo, ya sea  de los países de origen o de destino. En pocas palabras, como apunta Carling (Carling, 2007), un gobierno con una visión correcta del fenómeno podrá movilizar a la diáspora para favorecer el desarrollo.
Por otra parte, Hein de Hass (Hass, 2005), considera que,  previamente a la movilización de la diáspora, los gobiernos deben considerar que las condiciones políticas, económicas, sociales y culturales de una nación –tanto de acogida como de origen- determinan la forma en la cual las potencialidades de la migración pueden ser explotadas y aprovechadas. Es decir, tanto los efectos negativos como positivos inciden en distintos grados y matices, por lo que la pregunta central es más bien bajo qué condiciones la migración y el desarrollo están más positivamente correlacionados. 
En  consecuencia: “la relación positiva entre migración y desarrollo no es automática” (Portes, 2007, pág. 46), por lo que la participación activa, decisiva, innovadora y estratégica de los gobiernos, mediante el diseño adecuado de las políticas públicas, es condición sine qua non para materializar el potencial de desarrollo de los flujos migratorios. El entorno político, económico y social de un país es el factor que determina el grado de aprovechamiento o desaprovechamiento de dicho potencial.
Lo anterior es singularmente trascendental para los países de origen. Por ejemplo, en un país donde existe una infraestructura precaria, altos niveles de corrupción, falta de estabilidad macroeconómica, políticas sociales ineficientes e ineficaces, inseguridad, inestabilidad política, falta de legalidad, instituciones débiles, etc., todos estos factores, conjuntamente o de manera aislada, contribuyen al desaprovechamiento de las remesas y, más aún, descincentivan a los migrantes a retornar a sus lugares de origen, enviar más dinero y con mayor frecuencia, o bien impiden concebir esquemas de inversión colectiva de mayor alcance.
En este contexto, los países de origen deben concebir las políticas públicas en dos vertientes: las que permitan un equilibrio en las condiciones políticas, económicas y sociales en general, y aquellas que permitan canalizar los recursos y las aportaciones de los migrantes para darles valor agregado.
Por su parte, las políticas públicas de los países receptores deben estar encaminadas a diseñar estrategias políticas, económicas y sociales que vinculen, más no contrapongan, la seguridad y salvaguarda de la soberanía nacional con el potencial de los migrantes. Al igual que los países de origen, el contexto general de los países de destino es fundamental para que la migración contribuya al desarrollo; por tal motivo, el énfasis en estos países debe centrarse en las condiciones de vida de los migrantes y el medio en el cual se desenvuelven. La protección de los derechos humanos de los migrantes resulta condición indispensable para que la correlación migración y desarrollo sea positiva en dichos países y, de manera colateral, en los países de origen. El reto es, en consecuencia, el diseño de una política pública migratoria integral que permita la inserción económica, social, cultural y política de los migrantes en los países de destino sin que esto implique una ruptura y desequilibrio social en el país receptor.

V.                  Consideraciones finales.

La migración internacional es elemento consustancial del desarrollo (Papademetriou & Martín)  y se manifiesta de diversas maneras:
a)       La razón principal de migrar es la ausencia de desarrollo económico, especialmente la ausencia de oportunidades laborales.
b)       La migración contribuye al desarrollo de los países de destino: equilibra la oferta de trabajo con la demanda (complementariedad laboral) y contribuye a sostener  los procesos y cadenas productivos. Además, los flujos migratorios contribuyen a solucionar crisis demográficas y contribuyen a evitar colapsos financieros y sociales, por ejemplo, en el marco del sistema de pensiones.
c)       La migración contribuye al desarrollo de los países de origen: las remesas son fuente indiscutible, aunque no la única, de desarrollo para las comunidades de origen, ya que sostienen a las economías locales, alivian situaciones de pobreza y reactivan o inician procesos productivos comunitarios.
d)       Las organizaciones de migrantes han generado un capital social, es decir, han logrado conformar una estructura social organizada  y sólida que les permite desarrollar capacidades colectivas con implicaciones políticas, sociales y económicas, tanto dentro de los países de acogida como en los países de origen.  
e)       La experiencia histórica demuestra que el migrante, por todos los aspectos arriba mencionado, debe ser concebido como agente estratégico para el desarrollo.

Claro está que los flujos migratorios también conllevan situaciones adversas, y a veces por demás negativas, tanto en los países de origen como de acogida. Sin embargo, todo parece indicar que los beneficios y las potencialidades de la migración son mayores que sus efectos colaterales.

La sinergia entre migración y desarrollo es evidente, pero no automática. Solamente la migración tendrá incidencia en el desarrollo de una nación en la medida en que las autoridades de dicho país tengan una visión clara del fenómeno y elaboren una estrategia de desarrollo con la participación de los migrantes. En este sentido, la relación migración-desarrollo solo podrá tener lugar si los gobiernos, tanto de países receptores como de acogida, estructuran políticas públicas integrales que den cause a este proceso y logren dar valor agregado a las aportaciones de los migrantes.

Para lograr lo anterior, los gobiernos deben evitar diseñar políticas públicas que respondan a una lógica adaptativa o reactiva, o que se deriven de estrategias con evidente potencial individual, pero que no logran correlacionarse con otras políticas o cubren solamente aspectos parciales del fenómeno. Resulta fundamental que los migrantes organizados participen de forma institucionalizada en el diseño de las polítcas públicas migratorias; la corresponsabilidad debe convertirse en el valor por excelencia en la relación gobierno-migrantes (debe ser el medio, más no en el fin).


Bibliografía.


Asis, M. M. (2006). Desenvolviendo la caja de balikbayan: los filipinos en el extranjero y su país de orígen. En C. González Gutiérrez, Relaciones Estado-diáspora: aproximaciones desde cuatro continentes. (págs. 23-52). México: Secretaría de Relaciones Exteriores.

Banco Mundial. (2005). Global economic prospectos 2006. Economic implications of remittances and migration. Washington, D.C: Banco Mundial.

Carling, J. (2007). Interrogar a las remesas: preguntas centrales para reflexiones más profundas y políticas más adecuadas. En S. Castles, & R. Delgado Wise, Migración y desarrollo: perspectivas desde el sur. (págs. 51-70). México: Universidad Autónoma de Zacatecas.

Castles, S. (2007). Una comparación de la experiencia de cinco importantes países de emigración. En S. Castles, & R. Delgado Wise, Migración y Desarrollo: perspectivas desde el sur (págs. 275-307). México: Universidad Autónoma de Zacatecas.

Castles, S., & Delgado Wise, R. (2007). Migración y desarrollo: perspectivas desde el sur. Zacatecas, Mexico: Universidad Autónoma de Zacatecas.

CEPAL. (2000). Informe de la reunión de expertos sobre remesas en Mëxico: propuestas para su optimización. México: CEPAL.

Delgado Wise, R. (2006). Migración, políticas públicas y desarrollo en México: problemática y desafíos. En C. González Gutiérrez, Relaciones Estado-diáspora: aproximaciones desde cuatro continentes. Tomo I. (págs. 45-66). México: Secretaría de Relaciones Exteriores, Instituto de Mexicanos en el Exterior, Universidad Autónoma de Zacatecas, Ed. Porrúa.

González Gutiérrez, C. (2006). Introducción: el papel de los gobiernos. En C. González Gutiérrez, Relaciones Estado-diáspora: la perspectiva e América Latina y el Caribe. Tomo II (págs. 13-42). México: Seretaría de Relaciones Exteriores, Instituto de Mexicanos en el Exterior, Universidad Autónoma de Zacatecas, Ed. Porrúa. .

Hass, H. d. (2005). International migration, remittances and development: myths and fact. Nijmegen, Netherlands: Centre for International Development Issues.

Maguid, A. (2006). Migración internacional: factores socioeconómicos y políticas migratorias en el Cono Sur de América Latina. En C.  Gonzalez Gutiérrez, Relaciones Estado-diáspora: la perspectiva de América Latina y el Caribe. Tomo II. (págs. 217-254). México: Secretaría de Relaciones Exteriores.

Muñoz Jumilla, A. R. (2004). Impacto macroeconómico de las remesas familiares en México: 1950-2004. Tesis doctoral. Madrid, España.

OIM. (2006). Dialogo internacional sobre las migraciones: incorporacion de la migración en las agendas políticas para el desarrollo. Ginebra, Suiza.: Organización Internacional para las Migraciones.

Papademetriou, D., & Martín, P. Migration and development: the unsettled relationship. En The unsettled relationship. Labour migration and economic development. (págs. 213-220). New York: Greenwood Press.

Portes, A. (2007). Migración y desarrollo: una revisión conceptual de la evidencia. En S. Castles, & R. Delgado Wise, Migración y desarrollo: una perspectiva desde el sur. (págs. 21-49). México: Universidad Autónoma de Zacatecas.

Sharma, J. (2006). Características de la diáspora india y su relación con el país de origen. En C. (. González Gutiérrez, Relaciones Estado-diáspora: aproximaciones desde cuatro continentes. (págs. 65-98). México: Secretaría de Relaciones Exteriores.

Tuirán, R. (2002). Migración, remesas y desarrollo. La situación demográfica de México, 2002 , 77-87.




[1] Consultar la página de internet de la Organización Internacional para las Migraciones: www.oim.org
[2] Ibídem.

1 comentario:

  1. Este trabajo tiene la intención de clarificar a nivel conceptual la relación entre migración y desarrollo, los desafíos y oportunidades que dicha dicotomía enfrenta y, principalmente, las alternativas existentes para potenciar sus efectos positivos. El tema sobre migración y desarrollo será discutido en el próximo Foro Mundial sobre Migración y Desarrollo, a celebrarse en noviembre en México, Puerto Vallarta.

    ResponderBorrar